lunes, 30 de diciembre de 2013

¿ Conocera Kiciloff. . . El valor


2013

Roberto Cachanosky











¿Conocerá Kicillof, la teoría subjetiva del valor?

La teoría del valor es la que determina, en definitiva, el precio de los bienes en el mercado. 
Los acuerdos de precios ignoran las valoraciones de los consumidores.
Como gran innovación y creatividad en materia de política económica, el gobierno acaba de anunciar un acuerdo de precios para una cantidad de productos. 
Dudo que tenga algo de acuerdo, en el estricto sentido de la palabra, pero de lo que sí estoy seguro es que no es de precios, sino de números elegidos al azar o porque al burócrata le parece que ese el precio. 
En materia de precios no hay aplican la ciencia, aplican el “me parece”.
A esta altura del partido queda en evidencia que ni Moreno ni Kicillof parecen haberse tomado el trabajo de estudiar la teoría del valor, que es la que determina, en definitiva, el precio de los bienes en el mercado.
Se sabe que las cosas no tienen valor por sí mismas sino que son las gentes las que les otorgan valor a las cosas. 
Es más, una misma persona le otorga a las cosas un valor diferente dependiendo de las circunstancias. 
Un hombre desesperado de sed en el medio del desierto pagaría fortunas por un vaso de agua. 
Ese mismo hombre, sentado cómodamente en su casa (no de Argentina porque falta luz y agua) con abundante agua corriente no pagaría una fortuna por un vaso de agua. 
El valor que le da al vaso de agua una misma persona cambia según las circunstancias.
Además, las personas no valoran del mismo modo el mismo bien. 
A mí no me divierten las motos y no pagaría por tener una. Seguramente Boudou sí pagaría buen dinero por una moto.
Cada persona valora las cosas de diferente manera que el resto de la gente y también las valora diferente dependiendo de las circunstancias.
Es más, existe lo que se llama utilidad marginal decreciente. ¿Qué es esto de utilidad marginal decreciente? 
Imaginemos a una persona con hambre. 
Se sienta en una pizzería y come la primera porción de pizza con muchas ganas. 
Come una segunda porción también con muchas ganas. 
Una tercera con algo menos de ganas. 
Una cuarta de gula. 
Hasta que llega a la quinta porción y ya no puede más. 
La sexta le produce rechazo. No quiere saber nada más de seguir comiendo pizza. Bueno, la utilidad de cada porción de pizza es decreciente. 
A medida que la persona del ejemplo va comiendo cada porción de pizza va teniendo menor utilidad para él. 
Le otorga menos valor a la cuarta porción de pizza que a la primera.
Bien, imaginemos ahora la cantidad de consumidores que hay en Argentina y la variedad de bienes y servicios que hay en oferta. 
Ropa, alimentos de diferentes tipos, autos, esparcimientos de toda clase, electrodomésticos, calzado, informática, muebles, artículos de decoración, etc.
Pregunta elemental para Kicillof: dado que los recursos son escasos y la gente valora cada bien de diferente manera, ¿cómo hace Ud. para decidir qué hay que producir, en qué calidades, en qué cantidades y a qué precios hay que vender cada bien? 
Porque le recuerdo a Kicillof que, encima que la gente valora diferente cada bien, además una misma persona va modificando sus valoraciones. 
¿Recuerda Kicillof el ejemplo de la pizza que di más arriba?
Claro, lo anterior es válido si quien se sienta en el sillón de ministro de Economía no se considera un ser superior que cree conocer cada una de las valoraciones que cada una de las personas le otorga a cada bien y servicio que se ofrece en la economía y, además, no se cree un superhombre que tiene la gran capacidad de conocer los permanentes cambios de valoraciones que millones de personas tienen sobre todos los bienes y servicios de la economía. 
Ni la computadora más veloz podría hacer esa estimación. Dicho más directamente, una planilla Excel no puede reemplazar el sistema de precios que se deriva de la teoría del valor. 
La economía no es una planilla Excel, es la ciencia de la acción humana.
Vamos a decirlo de forma más sencilla. 
Como afirmaban nuestros abuelos: en la vida todo no se puede. 
¿Qué contenido económico tiene esa frase? 
Que los recursos son escasos y las necesidades son ilimitadas. 
Esto quiere decir que uno no puede comprar todo lo que quiere en la vida. 
Solo aquello que puede. 
Tiene que asignar los recursos. 
¿Y cómo asigna los recursos? 
De acuerdo al valor subjetivo que le otorga a cada bien. Compra o deja de comprar un bien de acuerdo a su valoración subjetiva de ese momento. 
El acto de comprar o no comprar determina el precio. 
Millones de personas haciendo lo mismo determinan los precios de cada bien en el mercado. 
Por eso se dice que el mercado es un proceso. 
Un proceso de descubrimiento en el cual los dueños del capital tienen que descubrir dónde hay una necesidad insatisfecha para asignar sus recursos. 
Si acierta obtiene ganancias y si se equivoca enfrenta pérdidas. 
Para eso sirve el sistema de precios que se deriva de la teoría del valor subjetiva, para que los empresarios asignen su capital buscando satisfacer las necesidades de los consumidores.
De manera que lo primero que puede decirse de este “acuerdo” de precios es que consiste en una burrada conceptual que, en cualquier facultad de economía merece un bochazo con un cero gigantesco. 
Tal es el bochazo que basta con revisar la historia económica argentina y del mundo para advertir que los controles de precios no solo fracasan, sino que, además, distorsionan los precios relativos y no permiten asignar eficientemente los recursos productivos porque no se produce lo que la gente quiere, sino lo que el burócrata manda.
Pero doble bochazo y doble cero merece semejante acuerdo de precios, porque con la expansión monetaria que genera el BCRA para financiar al tesoro en su déficit fiscal, la realidad es que no suben los precios, sino que se deprecia la moneda.¿Cuál es la diferencia entre una suba de precios y la depreciación de la moneda? 
Por ejemplo, supongamos que hay una sequía y la cosecha de tomates es la mitad de la normal. 
En ese caso la menor oferta, si la demanda se mantiene constante, suben los precios. 
Pero no suben todos los precios de la economía, sino el precio de los tomates. 
Ahora, cuando todos los precios suben al mismo tiempo, entonces estamos frente a un problema monetario, es decir, frente a un problema de depreciación de la moneda, no de suba de precios. 
Y ese problema no se corrige con un acuerdo de precios. 
Se corrige con disciplina monetaria.
Pero para tener disciplina monetaria hay que tener disciplina fiscal.
Pero como lo que acabo de explicar es neoliberal y ortodoxo, Kicillof seguirá en la suya. 
Llenando planillas de Excel que no le servirán para nada, salvo para producir desabastecimiento, productos de peor calidad de los que tenemos ahora y crear mercados negros.
En definitiva, por desconocer la teoría del valor y su influencia en la formación de los precios, Kicillof ya se ha subido al podio de la legión de economistas que fracasaron en Argentina en contener la inflación. 
Pasará a ser un caso más de la historia de los fracasos en los controles de precios…si es que alguien considera que tuvo tanta relevancia como para citarlo, aunque sea marginalmente, como ejemplo de los que fracasaron.

domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Economia?


2013


El

presupuesto

 refleja

un país de


saqueadores

Por :
Roberto
Cachanosky

Fuente:

La Misère Porc.


Argentina tiene un doble saqueo en este momento. Saquea la gente a los comercios y las casas de las personas y saquea el Estado a la población con impuestos y el impuesto inflacionario.
La primera razón para que exista el Estado es que todos nos desarmamos y le delegamos el monopolio de la fuerza a un grupo de personas, elegidas mediante el voto, para que ejerzan ese monopolio, dentro de los límites que marca la constitución.

Es decir, no le otorgamos el monopolio de la fuerza para que luego lo utilice en contra de nuestras libertades. 
Por el contrario, la primerísima función del Estado es utilizar ese monopolio de la fuerza para defender el derecho a la vida, la propiedad y la libertad de las personas. 
Defendernos del crimen común. 
Si esta condición no se da, no le encuentro sentido a la existencia del Estado. 
¿Para qué delegar el monopolio de la fuerza a un grupo de personas elegidas, si no defienden el derecho a la vida, a la libertad y la propiedad de la gente?

El presupuesto nacional tiene previsto un gasto para 2013 de $ 628.712 millones. De ese monto solo $ 34.904 millones está en el rubro Servicio de Defensa y Seguridad, es decir solo el 5,6% del total de lo que gastará el gobierno nacional va a la función más elemental del Estado, y ojo que dentro de esa cifra están incluidos $ 1.439 millones para Inteligencia, algo que nadie sabe, salvo los que usan esos recursos, para qué sirve y qué hacen con ese dinero.

El 63% del gasto total de la administración nacional está englobado en lo que se denominan servicios sociales, que incluye las jubilaciones y pensiones más una serie de gastos llamados sociales, como subsidios a desocupados, AUH, etc.

En el rubro Servicios Económicos se gastarán, según el presupuesto inicial, sin incluir las modificaciones posteriores, $ 102.656 millones. 
¿Qué comprende este rubro?
 Energía y combustibles, transporte (entre estos dos rubros se llevan más del 80% de los $ 102.656 millones) y otros ítems como agricultura, industria, comercio, turismo, etc. 
La deuda pública está en otro rubro aparte y representa el 9% del presupuesto.

Finalmente están los gastos destinados a la Administración Gubernamental, Legislativa, Judicial, Relaciones Exteriores, Administración fiscal, etc.
Para tener una idea del desmadre del gasto público, en el presupuesto de 2001 se preveía un gasto de $ 51.232 millones y caímos en default. 
Pero el dato relevante es que el actual gasto es 12 veces mayor al del 2001.
Si lo medimos en dólares, en 2001 se gastaban U$S 51.232 millones y en 2013 U$S 117.670 millones al tipo de cambio oficial promedio del año. 
Es decir, en dólares oficiales se más que duplicó. 
Y la comparación es válida porque el tipo de cambio real oficial es casi igual al de diciembre de 2001.

Ahora bien, analizando estos datos está la definición del país que tenemos. Los recursos destinados a la defensa y la seguridad son mínimos y gastamos una fortuna en planes sociales, en actividades económicas del Estado que deberían ser realizadas por el sector privado y en miles de millones de pesos destinados a tener tarifas artificialmente bajas.

Es decir, Argentina tiene un doble saqueo en este momento. Saquea la gente a los comercios y las casas de las personas y saquea el Estado a la población con impuestos y el impuesto inflacionario para financiar una serie de gastos que apuntan más al clientelismo político que a la llamada solidaridad social.

De acuerdo a un trabajo de la Fundación Libertad y Progreso, en 2012 el Estado Nacional manejó 58 planes “sociales” llegando a 18 millones de beneficiarios.

Estamos hablando del 44% de la población.
A estos planes habría que agregarles los planes sociales provinciales y municipales y veríamos cifras siderales que, supuestamente, están destinados a contener a la gente más humilde. 
Sin embargo, la gente humilde no tuvo problemas en salir a saquear comercios, lo cual nos lleva a la conclusión que ese gastadero de dinero no contiene a nadie.
¿Y por qué no se contiene a nadie? 
*Porque Argentina es una país de saqueadores, con el Estado a la cabeza dando el ejemplo. 

*Buena parte de la población y empresarios quieren vivir a costa del trabajo ajeno. 

*Pretenden ser mantenidos por el otro. 

Empresarios que se creen con derecho a tener mercados cautivos para saquear a los consumidores, gente que se cree con derecho a vivir sin trabajar y que otros lo mantengan o le paguen la casa y cosas por el estilo.

Alguna vez un presidente uruguayo dijo, sin advertir que la cámara de televisión estaba grabando, que los argentinos éramos todos unos chorros, del primero al último. 
Aunque nos duela, la realidad es esa. 
Todos queremos vivir a costa del trabajo ajeno, que es lo mismo que ser un ladrón, con la diferencia que en vez de ir con un revolver a robar le pedimos al Estado que use el monopolio de la fuerza para que le robe a nuestros semejantes para que nos entregue el fruto del botín. 

*El Estado se vuelve cómplice del ladrón que quiere vivir del trabajo ajeno, y para eso utiliza la expoliación legal.

Como dice Bastiat en su ensayo La Ley:

Es absolutamente necesario que este asunto de la expoliación legal se resuelva, y no hay más que tres soluciones:

*Que los menos expolien a los más.

*Que todos expolien a todos.

*Que ninguno expolie a nadie.

Hay que elegir entre expoliación parcial, expoliación universal o ausencia de expoliación.

La ley no puede perseguir sino uno de aquellos tres resultados.

¿En qué situación estamos?
 
En que todos expolien a todos. 
Expolición o saqueo universal en términos de Bastiat. 
Los ladrones comunes nos saquean y el Estado nos saquea para “planes sociales” (clientelismo político) y políticas económicas activas, mientras tanto, el Estado gastando escasos recursos en seguridad, tenemos a los ladrones comunes que también nos roban y matan aun cuando la policía no está de huelga.

En todos contra todos, nadie tiene interés en invertir. 
Produce lo necesario para vivir, pero la Argentina no ofrece, en este sistema de saqueo generalizado, un futuro de progreso. 
Por el contrario, genera más pobreza porque cada vez se produce menos. 
¿Para que producir si el Estado me saquea con impuestos y la inflación?

En definitiva, los saqueos que vimos la semana pasada, son solo parte de un saqueo generalizado, claro que más violentos.

Pero al ver cómo ante la huelga de la policía la gente se organizó en defensa propia para frenar los saqueos, concluimos que aún sin este Estado custodiándonos la gente termina defendiéndose. 
Eso sí, defenderse del saqueo de los ladrones parece ser más fácil que defenderse del saqueo del Estado, porque el Estado tiene el monopolio de la fuerza y lo usa contra de la gente decente que trabaja y produce diariamente.

El día que se termine con el saqueo del Estado universal, entonces el presupuesto asignará los recursos para lo que fue creado, esto es: defender la vida, la libertad y la propiedad de las personas. 
Y no harán falta planes sociales de contención. 
La contención la darán las inversiones que crearán puestos de trabajo para que cada uno viva del fruto de su esfuerzo personal. 
Tenemos que pasar del saqueo universal al vivir del fruto de nuestro trabajo. 
Así de simple.