martes, 23 de julio de 2013

Agricultura y Alimentación


                    2013



EL ESTADO
MUNDIAL DE LA
AGRICULTURA
Y LA
ALIMENTACIÓN.
Colaboración.
Dr. 
Enrique 
Guillermo 
Avogadro


Sistemas alimentarios para una mejor nutrición
Informe de la FAO.

La malnutrición en todas sus formas —
la desnutrición, las carencias de micronutrientes y el sobrepeso y la obesidad— impone costos económicos y sociales inaceptablemente altos a los países de todos los niveles de ingresos. 
En el informe sobre El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2013: sistemas alimentarios para una mejor nutrición se sostiene que para mejorar la nutrición y reducir estos costos debe
comenzarse por la alimentación y la agricultura.
La función tradicional de la agricultura para la producción de alimentos y la generación de ingresos es fundamental, pero la agricultura y todo el sistema alimentario —desde los insumos
y la producción, pasando por la elaboración, el almacenamiento, el transporte y la venta al por menor, hasta el consumo— pueden contribuir en medida mucho mayor a la erradicación de la
malnutrición.
La malnutrición impone altos costos a la sociedad.

Las estimaciones más recientes de la FAO indican que 868 millones de personas (el 12,5 % de la población mundial) están subnutridas en cuanto al consumo de energía alimentaria; sin embargo, 
estas cifras representan tan solo una fracción de la carga mundial de la malnutrición. 
Se calcula que el 26 % de los niños del mundo padecen retraso del crecimiento, 2 000 millones de personas sufren de carencia de micronutrientes (uno o más) y 1 400 millones de personas tienen sobrepeso, delos cuales 500 millones son obesos. 
La mayoría de los países están lastrados por múltiples tipos de
malnutrición, que pueden coexistir dentro de un mismo país, familia o individuo.

El costo social de la malnutrición, medido por los años de vida perdidos —por muerte prematura o discapacidad— a causa de la malnutrición infantil y materna y del sobrepeso y la obesidad,

es muy alto. 
Aparte del costo social, el costo para la economía mundial causado por la malnutrición, como resultado de la pérdida de productividad y
los gastos directos de atención sanitaria, podría representar hasta un 5 % del producto interno bruto (PIB) mundial, equivalente a 3,5 billones de dólares de EE.UU. al año o 500 dólares por persona.
 Se calcula que los costos de la desnutrición y las carencias de micronutrientes representan entre el 2 % y el 3 % del PIB mundial, lo que equivale a 1,4-2,1 billones de dólares por año. 
Aunque no se dispone de estimaciones globales de los costos económicos del sobrepeso y la obesidad, se calcula que el costo acumulativo de todas las enfermedades no transmisibles —en relación con las cuales el sobrepeso y la obesidad están entre los principales factores de riesgo— ascendió a alrededor de 1,4 billones de dólares en 2010.
La malnutrición infantil y materna —en particular la insuficiencia ponderal infantil, las carencias de micronutrientes y las prácticas
inadecuadas de lactancia materna— imponen la mayor carga sanitaria, con diferencia, relacionada con la nutrición a escala mundial, ya que ocasiona casi el doble de los costos sociales del sobrepeso y la obesidad entre los adultos.
Si bien la carga social debida a la malnutrición infantil y materna ha disminuido casi a la mitad durante los dos últimos decenios, mientras que la debida al sobrepeso y la obesidad casi se ha duplicado, la primera sigue siendo, con mucho, el mayor problema, especialmente en los países de bajos ingresos. 
La desnutrición y las carencias de micronutrientes deben por lo tanto seguir siendo la máxima prioridad de la comunidad mundial en materia de nutrición en el futuro inmediato. 
El desafío para los responsables de las políticas es hallar la forma de afrontar estos problemas y, al mismo tiempo, evitar o invertir
la aparición del sobrepeso y la obesidad. 
Se trata de un desafío importante, pero los beneficios son altos: invertir en la reducción de las carencias de micronutrientes, por ejemplo, tendría como resultado una mejora de la salud, una reducción de las muertes infantiles y un aumento de los ingresos futuros, con una relación costo-beneficio de casi 1 a 13.
Para hacer frente a la malnutrición son precisas medidas integradas en distintos sectores

Las causas inmediatas de la malnutrición son complejas y multidimensionales. 

Entre ellas figuran la insuficiente disponibilidad de alimentos
inocuos, variados y nutritivos, o el insuficiente acceso a ellos; la falta de acceso a agua salubre, saneamiento y atención sanitaria; y formas de alimentación infantil y dietas de los adultos inapropiadas. 
Las causas fundamentales de la malnutrición son incluso más complejas y abarcan el entorno económico, social, político,
cultural y físico más amplio. 
Para hacer frente a la malnutrición, por lo tanto, son precisas medidas integradas e intervenciones complementarias en la agricultura y el sistema alimentario en general, la sanidad pública y la educación, así como en ámbitos de políticas más amplios. 
Dado que las intervenciones necesarias interesan los ámbitos de competencia de varias instituciones gubernamentales, se requiere un apoyo político de alto nivel para fomentar la coordinación
necesaria entre los diferentes sectores.
Una mejor nutrición depende de cada uno de los aspectos del sistema alimentario
Los sistemas alimentarios abarcan a todas laspersonas, instituciones y procesos mediante   los cuales se producen, elaboran y llevan
hasta el consumidor los productos agrícolas.
También incluyen a los funcionarios públicos, las organizaciones de la sociedad civil, los investigadores y los profesionales del desarrollo
que formulan las políticas, reglamentos, programas y proyectos que conforman la alimentación y la agricultura.
Todos los aspectos del sistema alimentarioinfluyen en la disponibilidad y accesibilidad de alimentos variados y nutritivos y, por lo tanto, la capacidad de los consumidores deelegir dietas saludables. 
Pero los vínculos entre el sistema alimentario y los resultados
nutricionales son a menudo indirectos, mediados 
a través de los ingresos, los precios, los conocimientos y
otros factores. Lo que es más, las políticas relativas a los
sistemas alimentarios y las intervenciones en estos rara
vez tienen como principal objetivo la nutrición, por lo que
sus efectos pueden ser difíciles de identificar y a veces
los investigadores concluyen que las intervenciones en el
sistema alimentario son ineficaces en la reducción de la
malnutrición. En cambio, intervenciones médicas tales como
los suplementos vitamínicos pueden servir para afrontar
carencias de nutrientes específicos y sus efectos son más
fáciles de observar, pero no pueden sustituir plenamente las
ventajas nutricionales más amplias ofrecidas por un sistema
alimentario que funcione bien. 
Todos los aspectos del sistema alimentario deben coordinarse para respaldar una buena nutrición; por consiguiente, no es probable que una intervención única aislada tenga un efecto significativo en
un sistema tan complejo. 
Las intervenciones que consideranlos sistemas alimentarios en su conjunto presentan una mayor probabilidad de arrojar resultados nutricionales positivos.
La transición de la nutrición es impulsada por la
transformación de los sistemas alimentarios.

El desarrollo económico y social conduce a la transformación
gradual de la agricultura, caracterizada por una
productividad cada vez mayor de la mano de obra, una
disminución del porcentaje de la población que trabaja
en la agricultura y una urbanización creciente. Nuevos
modos de transporte, ocio, empleo y trabajo en el hogar
hacen que la gente lleve estilos de vida más sedentarios y
demande alimentos más convenientes. Estos cambios en
las pautas de actividad y los modelos dietéticos forman
parte de una “transición de la nutrición” en la cual los
hogares y los países pueden enfrentarse al nuevo desafío del
sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles
y al mismo tiempo seguir estando afectados por la
desnutrición y las carencias de micronutrientes. Habida
cuenta de la complejidad y la naturaleza rápidamente
cambiante de la situación tocante a la malnutrición y los
sistemas alimentarios en los diferentes países, las políticas
y las medidas que se adopten deben ser específicas a cada
contexto.
El crecimiento de la productividad agrícola contribuye a la nutrición, pero debe hacerlo aún más.
El crecimiento de la productividad agrícola contribuye a una mejor nutrición a través del aumento de los ingresos —especialmente en países en los que el sector representa una gran proporción de la economía y el empleo— y la reducción del costo de los alimentos para todos los consumidores.
No obstante, es importante tener en cuenta que el efecto
del crecimiento de la productividad agrícola es lento y
puede no ser suficiente para causar una rápida reducción de
la malnutrición.
Mantener el ritmo del crecimiento de la productividad agrícola seguirá siendo crucial en las próximas décadas, ya que la producción de alimentos básicos (de primera necesidad) deberá aumentar un 60 % para satisfacer el crecimiento de la demanda esperado. 
Aparte de los alimentos básicos, las dietas saludables son variadas,
contienen una combinación equilibrada y adecuada de
energía, grasa y proteína, así como micronutrientes.
Las prioridades en materia de investigación y desarrollo
agrícola deben incluir la dimensión de la nutrición, con una
mayor atención a alimentos ricos en nutrientes como frutas,
hortalizas, legumbres y alimentos de origen animal. 
Debe ponerse mayor empeño en intervenciones encaminadas a
diversificar la producción de los pequeños agricultores, tales
como sistemas de agricultura integrada. Los esfuerzos para
aumentar el contenido de micronutrientes de los alimentos
básicos directamente a través del bioenriquecimiento son
especialmente prometedores. Las intervenciones en la
agricultura son en general más eficaces cuando se combinan
con educación sobre nutrición y se aplican tomando en
consideración los papeles asignados en función del género.
Las cadenas de suministro presentan riesgos y
oportunidades para una mejor nutrición

Los sistemas alimentarios tradicionales y modernos coexisten
y evolucionan a medida que las economías crecen y la
urbanización aumenta. Las cadenas de suministro modernas
entrañan la integración vertical del almacenamiento, la
distribución y la venta al por menor y ofrecen aumentos de
eficiencia que pueden tener como resultado precios más
bajos para los consumidores e ingresos más altos para los
agricultores. Normalmente tratan en una gran variedad
de alimentos nutritivos durante todo el año, pero también
venden alimentos envasados más elaborados, que pueden
contribuir al sobrepeso y la obesidad si se consumen en
exceso. La elaboración y distribución modernas de alimentos
también ofrecen nuevas oportunidades para el uso de
alimentos enriquecidos, que pueden hacer una importante
contribución a la nutrición.
Aunque los supermercados se están difundiendo
rápidamente en los países de bajos ingresos, la mayoría de
los consumidores más pobres de zonas rurales y urbanas
siguen comprando la mayoría de sus alimentos a través de
redes tradicionales de distribución alimentaria. Estos puntos
de venta tradicionales son el principal canal de distribución
de alimentos ricos en nutrientes como frutas, hortalizas y
productos pecuarios, aunque cada vez tratan
más en alimentos elaborados y envasados. 
El uso de puntos de venta al por menor tradicionales
para distribuir alimentos enriquecidos, tales como sal yodada, es otra estrategia de eficacia probada para mejorar los resultados
nutricionales.
El mejoramiento de los servicios de saneamiento, la manipulación de los alimentos y las tecnologías de almacenamiento en los
sistemas alimentarios tradicionales podría
potenciar la eficiencia y mejorar la inocuidad y
la calidad nutricional de los alimentos. 
Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos y nutrientes en los sistemas alimentarios en su totalidad podría contribuir de modo importante a una mejor nutrición y aliviar la presión sobre
los recursos productivos.

Las elecciones de los consumidores
determinan los resultados nutricionales
y la sustentabilidad.