Economía
Y ahora...
¿Que?
enero 31, 2012
Ayer hubo sorpresa en los medios cuando el ex moderado Julio de Vido, desde una columna firmada en Tiempo argentino, aludió indirectamente a la ley 17.319 de la dictadura del General Juan Carlos Onganía, cuya aplicación posibilitaría dejar sin efecto las concesiones petroleras. Cabe recordar que el antecedente más importante en materia de rescindir concesiones petroleras es el de Arturo Illia en 1964. La amenaza del ministro de Planificación estaba dirigida especialmente a Repsol-YPF, en el mismo día en el que se conocía que la Argentina admitió ante el CIADI que en los próximos dos años las tarifas de gas deberán aumentar un 500%. Pero ésta no fue la única novedad que asustó a los usuarios, que ya están recibiendo las facturas de luz y agua con fuertes aumentos pero sólo en los barrios del cordón norte de la ciudad, lo que se extenderá a la brevedad a otras áreas.
También trascendió la próxima eliminación de los subsidios a los micros de larga distancia, lo que representará un inmediato aumento de sus tarifas.
Sin margen.
La dura realidad es que el año terminó con un déficit fiscal de 55.000 millones de pesos, o sea un 3,5% del PBI, y si se sigue gastando a este ritmo, a fin de este año el déficit será del doble y por tanto infinanciable. De ahí que todos estos recortes y los intentos de fijar una pauta salarial no mayor del 18% apunten a un objetivo de mínima: que el déficit sea igual al del año pasado. De esta forma el gobierno, mediante el BCRA y la ANSES, podría llegar a tapar ese agujero. Pero tiene serios problemas para lograr un superávit comercial mayor a los 6.000 millones de dólares, cifra que según el supersecretario Guillermo Moreno sería el fin del cristinismo.
Sin margen.
La dura realidad es que el año terminó con un déficit fiscal de 55.000 millones de pesos, o sea un 3,5% del PBI, y si se sigue gastando a este ritmo, a fin de este año el déficit será del doble y por tanto infinanciable. De ahí que todos estos recortes y los intentos de fijar una pauta salarial no mayor del 18% apunten a un objetivo de mínima: que el déficit sea igual al del año pasado. De esta forma el gobierno, mediante el BCRA y la ANSES, podría llegar a tapar ese agujero. Pero tiene serios problemas para lograr un superávit comercial mayor a los 6.000 millones de dólares, cifra que según el supersecretario Guillermo Moreno sería el fin del cristinismo.
Sus esfuerzos apuntan a un déficit de entre 8 y 10.000 millones de dólares.
La crisis energética está entre nosotros y CFK confesó días atrás que se importarán en el 2012, al igual que en el 2011, la suma de 10.000 millones de dólares en gas natural, licuado, fuel oil, gasoil y electricidad, para cubrir las necesidades del consumo interno. Obviamente, hay que echarles la culpa a las compañías petroleras, porque el gobierno debe ser inocente de esta “maniobra de las corpos energéticas” que buscan el mal para el país. Así fue que De Vido, considerado un amigo por las empresas, tuvo que usar un tono inusual de dureza al sólo efecto de sostenerse en su cargo, amenazado como está por la prepotencia de Moreno. Ahora bien, su artículo en Tiempo Argentino no fue gratis, porque provocó una caída en las acciones de Repsol-YPF del orden del 12% en la bolsa porteña y en los ADR de Nueva York. Esta situación se contagió además a las acciones bancarias, debido al sesgo antiempresario que tomó el gobierno.
Algo similar le pasó al ministro con el sindicato de Camioneros, que no hace mucho pegó afiches que decían “De Vido, el ministro de los trabajadores”. De esto pasamos a que Pablo Moyano ironizó que aquél no toma sus medicinas diarias y que pertenece a un régimen cuyo fundador una vez consideró a Carlos Menem como el mejor presidente de la historia argentina. Pero el finado Néstor Kirchner fue también el autor de la desastrosa política energética que nos llevó a importar 10.000 millones de dólares en combustibles.
La crisis energética está entre nosotros y CFK confesó días atrás que se importarán en el 2012, al igual que en el 2011, la suma de 10.000 millones de dólares en gas natural, licuado, fuel oil, gasoil y electricidad, para cubrir las necesidades del consumo interno. Obviamente, hay que echarles la culpa a las compañías petroleras, porque el gobierno debe ser inocente de esta “maniobra de las corpos energéticas” que buscan el mal para el país. Así fue que De Vido, considerado un amigo por las empresas, tuvo que usar un tono inusual de dureza al sólo efecto de sostenerse en su cargo, amenazado como está por la prepotencia de Moreno. Ahora bien, su artículo en Tiempo Argentino no fue gratis, porque provocó una caída en las acciones de Repsol-YPF del orden del 12% en la bolsa porteña y en los ADR de Nueva York. Esta situación se contagió además a las acciones bancarias, debido al sesgo antiempresario que tomó el gobierno.
Algo similar le pasó al ministro con el sindicato de Camioneros, que no hace mucho pegó afiches que decían “De Vido, el ministro de los trabajadores”. De esto pasamos a que Pablo Moyano ironizó que aquél no toma sus medicinas diarias y que pertenece a un régimen cuyo fundador una vez consideró a Carlos Menem como el mejor presidente de la historia argentina. Pero el finado Néstor Kirchner fue también el autor de la desastrosa política energética que nos llevó a importar 10.000 millones de dólares en combustibles.