lunes, 21 de noviembre de 2011

SIN RUMBO Y SIN PISTA (18-11-11)‏

Los argentinos

por Jorge R. Enríquez (*)

Asistimos perplejos no solamente a la adopción de medidas económicas arbitrarias e ineficaces, que crean por sí solas problemas, en lugar de solucionarlos, sino que, a menos de un mes del inicio de un nuevo período presidencial -el tercero consecutivo del matrimonio Kirchner-, advertimos las crecientes dudas que se van generando acerca de la existencia de un rumbo, aunque fuera equivocado, y de una conducción firme y clara. 

Néstor Kirchner estaba al mando efectivo del gobierno. 
Su liderazgo era, como indica el manual del populista, de mirada corta, pero todos sabíamos que las decisiones fundamentales - y aún muchas veces las baladíes - las tomaba él.
Durante su presidencia y la de su esposa fue el verdadero ministro de Economía, una vez que se liberó de Roberto Lavagna. 

Y esto era así no porque tuviera una especial versación en materia económica, ya que sus conocimientos en ese campo eran tan sólo los que adquiere en la práctica cualquier titular de un Poder Ejecutivo, sino por su obsesión por controlarlo todo, en especial la caja.
 La extraordinaria bonanza económica en la que le tocó actuar pudo hacer creer a algunos que los buenos resultados se debían a su pericia, pero lo más probable es que su manejo rudimentario de las finanzas públicas haya impedido un aprovechamiento mucho mayor de esa notable oportunidad.
 Su viuda tiene, al parecer, menos interés por lo económico. Memoriza cifras que vuelca en sus cotidianos discursos y repite algunos eslóganes siempre vinculados a alguna teoría conspirativa, pero no da señales claras. 

Para algunos, se trata del manejo de la reserva y la sorpresa; otros, más escépticos, creen que en verdad no tiene mucha idea de qué conviene hacer.
 Esa desorientación se manifiesta en sus medidas. 

No hay criterios uniformes, porque ellas no responden a un plan sistemático, sino que se van adoptando en forma episódica, como respuesta a los requerimientos de cada día.
 En la práctica, no hay ministro de Economía, como antes, pero ahora no está Kirchner. Esto pudo disimularse hasta ahora porque el viento de cola tenía el efecto de no hacerlo visible, pero en cuanto la situación cambió queda claro que el sistema de toma de decisiones es anárquico. No es un "anarco-capitalismo", como dijo la presidenta cuando aleccionó a los líderes del mundo, sino un "anarco-decisionismo".
 ¿Quién tuvo la curiosa idea de establecer el corralito verde, que sólo sirvió para potenciar aquello que se quería restringir? 

No se sabe bien, porque Boudou se encarga, en conversaciones "en off" con empresarios y periodistas, de deslindar responsabilidades. 
Entonces quién fue: 
¿Marcó del Pont? ¿Etchegaray? ¿Moreno?
 Podría ser Guillermo Moreno, por lo prepotente de la decisión y por la arbitrariedad con la que el Estado decide quién puede y quién no puede comprar dólares.
 El despótico Secretario de Comercio ha ganado un impensado protagonismo en el gobierno. 

Sus ideas son arcaicas y sus métodos primitivos.
 Así, por ejemplo, llama por teléfono personalmente a algunos empresarios y les dice qué deben hacer esa semana; la siguiente, ya se verá. 
¿Y los actos administrativos? 
De sólo escuchar esta pregunta, el polémico funcionario se reiría a carcajadas.
 Las contradicciones en el seno del gobierno ya son inocultables. Más preocupante es que ya resulta también insoslayable la escasa capacidad de la señora de Kirchner para arbitrarlas.
 Justo cuando se anticipan tormentas, se nota que quien pilotea el barco no logra manejar el timón con pulso firme.

LA CAJITA FELIZ DE LA CÁMPORA.
Hay aerolíneas privadas y aerolíneas estatales. Hay países que deciden tener una "aerolínea de bandera", total o parcialmente estatal, y otros que no.
 Pero los países serios con aerolíneas estatales les confían la administración de éstas a personas con amplios conocimiento de la actividad y les piden que las administren con criterios de eficiencia.
 No ocurre lo mismo en la Argentina K, en donde se le entregó Aerolíneas Argentinas a los jóvenes de La Cámpora, cuya experiencia en materia aeronáutica es nula.
 Si a esto se le agrega que se trata de una compañía atravesada por sindicatos acostumbrados -y alentados en su momento por los Kirchner- a entorpecer cualquier gestión, el resultado está la vista: despilfarro, pésimo servicio, huelgas constantes.
 La "cajita feliz" de La Cámpora nos cuesta mucho dinero a los argentinos. 

¿Vale la pena seguir gastándolo así?
 Por lo demás, el gobierno actúa, como siempre, sin planes, sin previsión y sin parámetros claros, obrando sobre los episodios a medida que se van dando.
 En 2007 pasó el servicio de controladores aéreos, que tenía la Fuerza Aérea, a la órbita civil. 

Revistió esta decisión - que en principio pareció correcta - de esos alardes épicos que tanto les gusta a los kirchneristas.
 Ahora, como los sindicatos de controladores hacen huelga, de un día para el otro, por decreto, la señora presidente vuelve a transferir el servicio a la Fuerza Aérea.
 No se busque en los considerandos del decreto 1840/2011 ninguna explicación razonable para semejante papelón. 

No es el control aéreo lo que importa, sino el castigo a quienes sacan los pies del plato.
 Cuando les hacían huelgas al grupo español Interinvest-Marsans, eran sufridos trabajadores; ahora boicotean el metafísico "modelo".
 (*) El autor es abogado y periodista
 Viernes 18 de noviembre de 2011
 Dr. Jorge R. Enríquez
 jrenriquez2000@gmail.com
 twitter: @enriquezjorge